La conocí un día común y corriente.
Ella los conocía a todos. Yo, era la recién llegada. Ella la veterana que sabía de todo y de todos. La semilla de la amistad creció instantáneamente.
Nos veíamos solo en la reuniones, también nos escribíamos por correo electrónico con frecuencia. Nunca faltaba la nota literaria y la narración breve de nuestras últimas lecturas. Siempre buscando material para su amada Tertulia. Su Tertulia la componían un grupo de mujeres brillantes, amantes de la literatura y de los libros, que se reunían a conversar, analizar, comer tortilla española, beber café... La tertulia era una forma de terapia literaria. Ella siempre que me invitaba lo decía, que de aquellas reuniones salía renovada.
Nunca la ví enojada. Siempre tenía fiesta en la mente. De las reuniones siempre salíamos a comer juntas a algún lugar fantástico que ella conocía, donde seguíamos hablando de todo. Como si el tiempo no hubiera pasado.
Ayer, me llamó mi amiga Adriana para decirme que María, María Teresa, María Teresa Capín, mi amiga, mi buena amiga, había fallecido de un ataque al corazón fulminante.
Llegué a la funeraria casi al final del homenaje. El lugar estaba abarrotado de estudiantes y maestros. Las personas que hablaron fueron tan sinceras y amorosas. Los estudiantes estaban vestidos en sus mejores galas, honrando el recuerdo de una buena mujer, de una extraordinaria maestra.
Un chico, que fue mi alumno. me reconoció, me abrazó y lloramos juntos. Toqué y abrazé a conocidos y desconocidos. Ví a otros tantos chicos, que ya parecían hombres y mujeres, que pasaron por mis manos y por las de María Teresa, y lloramos en silencio juntos por nuestra pérdida.
Hemos perdido a María Teresa Capín. Una mujer que vivió la vida con gusto, con pasión. Una mujer que fue amiga de todos y que repartió a manos llenas amor. Una mujer extraordinaria.
María Teresa te voy a extrañar. Tus alumnos, amigos y yo te vamos a extrañar.
Ella los conocía a todos. Yo, era la recién llegada. Ella la veterana que sabía de todo y de todos. La semilla de la amistad creció instantáneamente.
Nos veíamos solo en la reuniones, también nos escribíamos por correo electrónico con frecuencia. Nunca faltaba la nota literaria y la narración breve de nuestras últimas lecturas. Siempre buscando material para su amada Tertulia. Su Tertulia la componían un grupo de mujeres brillantes, amantes de la literatura y de los libros, que se reunían a conversar, analizar, comer tortilla española, beber café... La tertulia era una forma de terapia literaria. Ella siempre que me invitaba lo decía, que de aquellas reuniones salía renovada.
Nunca la ví enojada. Siempre tenía fiesta en la mente. De las reuniones siempre salíamos a comer juntas a algún lugar fantástico que ella conocía, donde seguíamos hablando de todo. Como si el tiempo no hubiera pasado.
Ayer, me llamó mi amiga Adriana para decirme que María, María Teresa, María Teresa Capín, mi amiga, mi buena amiga, había fallecido de un ataque al corazón fulminante.
Llegué a la funeraria casi al final del homenaje. El lugar estaba abarrotado de estudiantes y maestros. Las personas que hablaron fueron tan sinceras y amorosas. Los estudiantes estaban vestidos en sus mejores galas, honrando el recuerdo de una buena mujer, de una extraordinaria maestra.
Un chico, que fue mi alumno. me reconoció, me abrazó y lloramos juntos. Toqué y abrazé a conocidos y desconocidos. Ví a otros tantos chicos, que ya parecían hombres y mujeres, que pasaron por mis manos y por las de María Teresa, y lloramos en silencio juntos por nuestra pérdida.
Hemos perdido a María Teresa Capín. Una mujer que vivió la vida con gusto, con pasión. Una mujer que fue amiga de todos y que repartió a manos llenas amor. Una mujer extraordinaria.
María Teresa te voy a extrañar. Tus alumnos, amigos y yo te vamos a extrañar.
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