por Sonia M.Rosa-Vélez
Lo conocí un día de primavera y nos caímos bien de entrada.
Creo que el no tenía ni 20 años, pero el muchacho tenía don de gentes. Pasó unos meses viviendo con mis suegros, que lo recibieron y lo arroparon con su amor. Mi cuñada lo quería como a un hermano, mi esposo lo quería como a a un hermano, yo lo quería como a un hermano. Esa hermandad de los primos que sinceramente se quieren, con un amor profundo no se ve todos los dias.
Era sencillo y llevaba el corazón en la mano siempre. Por una de las vueltas que da la vida, durante el primer mes de embarazo con mi único hijo, a mi esposo lo trasladaron a trabajar a otro estado y yo me quedé sola. Pero en realidad nunca estuve sola, Richi estuvo muy pendiente de mi durante esos meses. Yo conducía un trasto viejo, que se dañaba en cada esquina, y Richi lo arregló en múltiples ocasiones. Muchas veces llegaba a la casa y el teléfono sonaba y era Richi con una sola pregunta:- ¿Llegaste bien? El humor y la calidez de nuestra relación de hermanos/amigos no se puede explicar con palabras, solo se puede sentir en el alma.
Por tener el alma que tuvo siempre, Richi sufrió mucho. Lo ví llorar en más de una ocasión. Era un hombre sensitivo que no se avergonzaba de serlo. Su vida fue tormentosa. Sobrevivió varios golpes casi fatales de la vida, y siempre recibía a los que veníamos a verlo con tanto amor. Parecia sorprendido de que lo amáramos tanto.
La vida nos separó pero el amor se quedó intacto y siempre nos comunicábamos a través de terceros, dejándonos mensajes de amor fraternal sincero.
Richard Maldonado-González, el primo de mi esposo, pero mi hermano del alma, que me protegió en los momentos más vulnerables de mi vida ha fallecido. Tenía solo 36 años. Nunca lo olvidaremos.
lunes, 2 de junio de 2008
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