Por Sonia M. Rosa-Vélez
Por las curvas de una isla despoblada,
por los montes verde intenso que cantaban,
caminaba el guerrero apercibido,
con su guanín reluciendo en su pecho atrevido.
Y cantaba por lo bajo una canción, música y letra que ella le enseñó.
- Manicato, manicato, amor mío.
Manicato, yo te espero junto al río.
He sido pura y solo tuya y siempre lo seré.
Manicato, junto al río esperaré.
Él olió, escuchó y vio el grito del malvado enemigo.
Hacha en mano y odio como nunca había sentido.
Era joven, era bravo, pero vivió el temor.
-"Manicato" con esfuerzo pronunció.
Ella junto al río lo esperó.
-"Manicato" presintiendo su final solamente susurró.
sábado, 3 de noviembre de 2007
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